O bandeirante da língua e o Iauaretê

Digestão agônica do modernismo paulista em Guimarães Rosa

Resumen

El proceso de modernización conservadora y excluyente de Brasil encuentra un contrapunto crítico en la obra de João Guimarães Rosa, quien trató de narrar la nación desde sus arcaicas fronteras sertanejas, representadas al mismo tiempo como resistencia al y frente del avance del impulso colonial sobre tierras aún no incorporadas. Si el modernismo paulista de 1922 exaltó al bandeirante y trató de cantarse a sí mismo como heredero de su «espíritu» expansionista y conquistador, en consonancia con la élite cafetera que lo financió, en 1928 el movimiento invierte esta perspectiva, buscando, en contradicción, identificarse con el silvícola metamórfico «sin ningún carácter» (Macunaíma) y el indio antropófago (el Manifiesto Antropófago), con el fin de replantear el problema nacional sobre bases, tal vez, opuestas. «Meu tio o Iauaretê» (1961), en este contexto, parece tomar los lemas de 1928 (recogidos en la primera edición de la Revista de Antropofagia) como una especie de programa que debe ser digerido de forma crítica o incluso agonizante, enfrentándolo a la modernización bárbara que se ocultaba en el proyecto original del modernismo. Desde entonces, se entiende el cuento de Rosa como una representación alegórica de un enfrentamiento fundacional de Brasil, entre el jagunço (punta de lanza del sistema propietario) y el onceiro onçado (que pasa de ser un matador a un pariente de las jaguares, es decir, de «inútil utilizable» de la sociedad a amenaza a ser exterminada). El sentido de esta agonía es la tensión de la frontera tanto exterior —que opone el deshonor y la desindianización de la tierra a la resistencia de los jaguares y los indios— como interior —en el movimiento entre la confusión y la claridad de la pertenencia solidaria al universo diferencial del todo-bosque—.